Creencias infantiles
- Pensaba que en el túnel del metro había una mini ciudad, donde había duendes con sus casitas. Y que las luces que uno ve desde el andén, era el sol de ellos.
- Una vecina me dijo que unas cositas blancas que había en la calle era veneno para lo niños y que sólo nos salvábamos cruzando con un adulto. Yo me la creí, pero cuando necesitaba cruzar la calle sola, pasaba leeeento, teniendo ciudado de no pisar esas cosas blancas.
- Que la mina de Nubeluz que se suicidó, se me iba a aparecer en la noche... porque era la que más mal me caía.
- Que si después de comer una fruta o un helado no me lavaba la boca, las hormigas me iban a comer la boca y ya no iba a poder hablar más.
- Juraba que mi vecino alemán que se llamaba "Andreas" era mujer y que sus papás se habían equivocado de nombre... bue! y también estos alemanoides peleaban tanto, que en un momento pensé que era un centro de torturas o algo así. De hecho, soñaba que si entraba a esa casa no iba a salir jamás.
- Me daba miedo dejar el diente debajo de la almohada porque pensaba que el ratón me iba a comer.
- ¿Que el hombre del saco existe? Naaaaa, eso si que nunca me la creí.
- Mi mamá, para apurarme en la mañana, me decía que si ella llegaba tarde a su trabajo, su jefe la obligaba a ponerse de rodillas en un saco de porotos por toda la mañana.
- Pensaba que en el túnel del metro había una mini ciudad, donde había duendes con sus casitas. Y que las luces que uno ve desde el andén, era el sol de ellos.
- Una vecina me dijo que unas cositas blancas que había en la calle era veneno para lo niños y que sólo nos salvábamos cruzando con un adulto. Yo me la creí, pero cuando necesitaba cruzar la calle sola, pasaba leeeento, teniendo ciudado de no pisar esas cosas blancas.
- Que la mina de Nubeluz que se suicidó, se me iba a aparecer en la noche... porque era la que más mal me caía.
- Que si después de comer una fruta o un helado no me lavaba la boca, las hormigas me iban a comer la boca y ya no iba a poder hablar más.
- Juraba que mi vecino alemán que se llamaba "Andreas" era mujer y que sus papás se habían equivocado de nombre... bue! y también estos alemanoides peleaban tanto, que en un momento pensé que era un centro de torturas o algo así. De hecho, soñaba que si entraba a esa casa no iba a salir jamás.
- Me daba miedo dejar el diente debajo de la almohada porque pensaba que el ratón me iba a comer.
- ¿Que el hombre del saco existe? Naaaaa, eso si que nunca me la creí.
- Mi mamá, para apurarme en la mañana, me decía que si ella llegaba tarde a su trabajo, su jefe la obligaba a ponerse de rodillas en un saco de porotos por toda la mañana.