Al güen vecino.
En estos días en que estuve postrada en mi cama - literalmente no me podía mover - descubrí las bondades de mis vecinos.
Al lado izquierdo de mi casa tengo a un matrimonio con sus tres hijos, dos de los cuales están en plena adolescencia. El otro, aun es un niño. Pero ¡pucha que hacen ruido!... o es la pelolita y sus gritos de gooool o son los portazos que se mandan cada vez que pelean con su madre. Que en todo caso, debo decir, que es una bruja. Así que justifico las peleas. Incluso les doy todo mi apoyo y si fuera por mi, me metería y le daría un puñete en la cara a esa yegua. Ah! y también están sus perrunos. Pero esos molestan sólo en la noche.
Al lado derecho, tengo una tranquila familia con dos cabras chicas. Todavia no me aprendo sus nombres pero son muy divertidas. La grande está celosa de su hermanita y llora de vez en cuando. Le dan unas pataletas que juras que alguien la está masacrando, jaja. Pero es una familia chora. Como que tienen harta vida social, hacen fiestas, almuerzos o comidas masivas.
Al frente la casa está vacía. Pero el cuidador parece que se hace sus buenas parties... pero el ruido no llega hasta mi casa.
Pero los que si son hincha pelotas y que perturbaron mis días de detención camística obligatoria, son los vecinos de mi vecino del lado derecho. Hace meses que están haciendo arreglos y cada cierto tiempo traen a maestros nuevos y estos, ponen su musica a todo chancho y cantan!!! Y junto a su tremendo boche de martillos, sierras eléctricas y todo tipo de ruido propio de una construcción, hay que sumarle los gritos de los cabros chicos... con esa gente, uno no se puede enfermar.
*Pucha, se me coló esa foto. Bueno, les cuento que es de cuando a fui a la Canonización del Padre Hurtado. Ahí estábamos en plena ceremonia y fue tomada desde los palcos preferenciales, por eso la buena vista... por su puesto que no era yo la fotógrafa, fue uno de mis amigos parroquianos que tienen acceso a ese tipo de lugares, jaja.